ENTREVISTAS Y ARTÍCULOS SOBRE CHEPITO / Realizadas por el periodista Mario Fulvio Espinosa

***  Primera “entrevista clandestina” con el poeta

Donde Josesito habla desde el celeste cielo

Mario Fulvio Espinosa

---  ¿Ajá Josesito, y cómo te va en tu nueva morada celestial?
---  Todavía no me acomodo con el uniforme  (Y Chepito despliega su cotona corta, blanca como el armiño…  Maña que tiene para dar a creer que anda bien trajeado).
---  Si vieras Chepito que tus amigas populares  andan rondando la casita de la Centroamérica… Parece que quieren y no quieren entrar… A lo mejor por el qué dirán… Me da mucha pena la carita que pone la Real con Hoyo y como cuchichea con la Ruedo Volteado.
---  Ellas fueron refugio sentimental imaginario del pobrecito Chepito y razón también de los imaginarios celos de mi amantísima doña Julia.  Ni aquí en el cielo me he podido quitar el morado que me dejó en la frente solo “por si eran ciertos los chismes que le contaban”.
---  Yo siempre pensé que la mancha de tu frente era el tatuaje de un  pájaro marancanchón.
---  ¡No sos tan bruto como pareces!  La verdad es que una amada más que amada como mi doña Julia siempre será celosa.  Ahora  que estamos juntos solo vivimos mirándonos de hito en hito a los ojitos.
  ---  Ya en este otro barrio no te aporreará con tu bastón. Al fin que ya aquí con tus alitas no necesitas  bastón… Sólo vas a andar volando como mariposa de flor en flor.  Mirando cosas con ojos de ratón en hoyito.
--- Los amores trascienden al cielo igual que los celos. No soy tan bruto como pensaste. Vieras como me retorció la oreja cuando me adormecí viendo a una angelita que pasó manejando una nube.

---  Chepito… ¿Y hay aquí chavalonzonas?
---  ¡Vade retro Satanás!  Nunca se te compuso lo de hereje.  Si hay alguna será en plan de santa…  Ve que mente tan turbia la tuya  (Se me acerca al oído y susurra a “sotto voche”)  Que no oiga doña Julia, pero un día de estos haré una exploración.---  ¿Y qué tal te recibieron en este vecindario?
---  Ya Dios me estaba esperando en la puerta. Es que yo fui un buen ”pofy”  de él allá en la Tierra.  Era de mi confianza y de mi respeto.  Nos tuteábamos. Ya ni las recomendaciones de la Virgen Pájara necesité.  Pero decime… ¿Cómo estuvo mi vela y el funeral?
---  Pues a la vela llegaron algunos de la poetada.  Incluso los que nunca te llegaron a ver cuándo estabas en cama. La Martha Leonor destacó en el periódico  tu figura, tu doña Julia y tu obra.  Como de costumbre dijeron maravillas de tu persona. Vos sabés como es eso. 
---  Si, yo me asomé por una rendija y estaba mirando.  Llegaron mis amigos, los que se dicen mis amigos, y los abrebocas.  No me quejo, no quería un funeral rimbombante.    --- ¿Y cómo pasas el tiempo aquí en el cielo?.

--- Rechacé el arpa, no  soy músico, elegí el tambor de pellejo que es más fácil de tocar.  No se necesita solfa. Del tocado elegí la mini túnica porque la maxi me manella las corvas.  A ver si me dejan aquí cometer aunque sea una “peccata minuta”.  Ahora me doy el taco de dormir con Dios… Y con mi doña Julia. Tres en una sola cama.
---  ¿Y tú doña Julia cómo está?
---  Está haciendo patio.  Celebró  mi llegada con un mondongo  para Dios, la Virgen y toda la Corte.  Había que ver a Dios chupándose los dedos y a toda la corte celestial queriendo dobletear.  Queríamos tener con nosotros a nuestra perrita La Muñeca, a la que tanto le gustaba el chombón y la pretina.
--- ¿Y qué pasó con los epitafios?---  Escribí tantos que los confundí. Al fin los mandé a la mismísima M…  El que me pusieron satisface mi ego. Nunca fue grande el ego de Josesito.
---  Me voy ya Chepito…  Ahí viene Pedro con cara adusta… Se me acabo el permiso…

---  Saludos a mis amados hijos, a mi amada familia, a mis buenos amigos.  Se pondrán muy alegres al saber que estamos  ambos dos (Doña Julia y yo)  juntos y felices escuchando los angélicos coros. Ya me está dando clases de baile San Pascual Bailón.  Ahí les remitiré nuevos poemas que pienso escribir.  Poeta, genio y figura aún después de la sepultura. 
 
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Las “odaliscas” de Josecito
Mario Fulvio Espinosa

En rueda de amigos nos dimos a evocar antenoche al poeta Josecito Cuadra Vega, que un día se largó en busca del cielo dizque para seguir hablando de tú a tú, como lo hacía en ésta tierra, con su amigo Dios, tan amigo que, cuando le cogía la noche dormía en la casita y en la cama del poeta, aculadito entre Chepito y su amada doña Julia.
Que hasta en el cielo existen los confianzudos lo demuestra el caso de este Dios que no sólo dormía en la casa del poeta sino que llegaba a comer de la comidita que hacía doña Julia, a conversar sobre misterios tan  intrincados como el de la Santa Trinidad y a “secretillos”  –para que no escuchara la doñita-  sobre las picardías realizadas por Josecito en sus correrías por lugares “de escasa reputación”.
También existen los chismosos, y este Dios de Josecito amenazaba con contarle a doña Julia que vio a su amado Chepito en los andurriales de la mala vida, entrando furtivo al famoso burdel “La Conga Roja”. 
Eso además de desazón provocaba  la curiosidad del poeta que no se explicaba que su amigo Dios anduviera, siquiera para espiarlo, en la zona donde se toleran los pecados de la carne, el zangoloteo, la samotana y el guaristol.
Dios –dijo el Contertulio 1--,  actúa en este caso con alevosía, pues Chepito bien pudo contra acusarlo de andar merodeando los malos arrabales, pero no puede hacerlo porque Dios es un solterón que no tiene esposa, cierto que tuvo un hijo, pero para eso tuvo que contar con la inseminación artificial in vitro del Espíritu Santo, de modo que Dios no tiene padre, ni sonta a quien darle cuenta.
Él es dueño de su propio cuerpo, como dicen las modernas mujeres. ¿A quién ponerle quejas entonces? ¿Con quién chillarlo? Mala onda la de Dios –agrega el Contertulio 2 -,  porque además de pernoctar en casa de Josecito, llegaba a altas horas de la noche ocasionando la angustia de doña Julia que temía que se presentara bolo.
Don José,  siempre disculpó a Dios, y más, sugería a su adorada que dejara la puerta entreabierta para que su amigo entrara sin hacer ruido, con las babuchas en la mano.  ¡Valiente yunta de bandiditos!    
En fin, todos teníamos alguna cosa que decir de Chepito. Dejó tan profundas  huellas en nuestras vidas –a pesar de ser tan cascarita-, que resulta imposible  borrarlas. Porque, déjenme decirles que Chepito  no fue poeta de los que integran el clan de los iluminados.
No, ¡Josecito fue el poeta de la humildad! “Eso es cierto –dice el Contertulio 3-, porque decía con ironía: “A mí me cartonellan pero no me dolarellan”, dando a entender que tenía muchos diplomas honoríficos, pero ninguno de estos había significado provecho  económico.   
 “Con Dios –confirma el Contertulio 4-, Chepito hablaba el lenguaje de la gleba. Ambos gozaban de lo lindo con los calificativos que adjudicaban a sus amigas de la “vida alegre” a las que Josecito llamaba “sus chavalonzonas”.
 Por cierto, la única referencia poética que hace de ellas –y no de todas-, está en el poema que dedica a Aquiles Guerrero de quien dice fue un “viejo sátiro y puto”. En esta etapa de la plática vienen al recuerdo los nombres de “La Tabla con Hoyo”, “La Gancho de Oro”, “La Pecho de Bronce”, “La Pata de Breque”, “La quiebra catre” y otras señoritas más. ¿Cómo sería hacer el sexo con la “Tabla con hoyo”?  Y qué decir del  riesgo que representa estar con “La quiebra catre”, violenta y destructiva cuando llega al clímax del orgasmo”.
Siguieron los contertulios especulando sobre las acciones camasutreras del resto de “mises” a las que hizo famosas Chepito y por las que mostraba gran cariño, al punto de interceder por ellas ante la Virgen Pájara a la que suplicó que bajara hasta las “negras simas” para que se condoliera de sus pajaritas de alas rotas.
Por andar en esos antros grises Josecito tuvo que usar bastón, al sufrir –decía-, un descalabro en un “fallido salto del tigre” con “La Cachofla”, ahí dejó olvidado el bastón y la damisela no  tuvo empacho en remitirlo, con una nota,  a la casita del poeta. 
Llena de celos doña Julia le dio tal bastonazo a Josecito que lo dejó con un mapa morado de Latinoamérica en plena frente. Así eran las puntadas de nuestro simpático Josecito.
 *** Catedrático de periodismo
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***   En broma y en serio 
Chepito Cuadra está ahora rodeado de musas y amigos  “Ame, fui amado y el sol acaricio mi faz,   Vida nada te debo, vida estamos en paz” (A. Nervo) 
La carita de Chepito está muy triste, no puede ser de otra manera  cuando  la vida amiga nos anuncia con terquedad que va llegando el momento de  dejarnos. 
Resulta  tan doloroso despedirse de alguien que nos ha proporcionado existencia, amor, sentido, inspiración y poesía… Y a una doña Julia Ternura, musa de todas las hazañas poéticas de don José. Como por no dejar, Josesito con disimulo, está listo para la despedida.
Por si las cosas, había escrito tres epitafios, que al fin resultaron inútiles porque la vida no le dio gusto en las intentonas que hizo para  ser él quien terminara esa relación. “Ya me cansé, que pongan lo que quieran”, me dijo el poeta en uno de sus arranques de protesta contra las abures fallidos.
En su lecho de enfermo Josesito ve desfilar con deleite todas las cosas creadas por él.  Sentadita a su lado está la Virgen Pájara María y como queriendo “acularse” en su lecho, el amigo Dios, con el que siempre ha compartido chanzas, confianzas, alimentos y cama.
Doña Julia ve asombrada este desfile y piensa todavía, como de costumbre, cuando hacer un mondongo para “esa gente”. Allá, tras la mampara,  -que no las vea doña Julia-,  están las “chavalonzonas” que fueron intimas imaginarias de Chepito.  Hay pesar y lagrimitas en los rostros de la “Real con hoyo”, “La Quiebracatres”, “La Pata de Gancho”,  y las otras muchachas.
Ellas, de la vida pública, han salido del anonimato gracias a don José… Aunque jamás, en lo personal, lo han conocido.  Pero ahí están, fieles como las mujeres que seguían a Cristo. Ahora que Chepito está en Cuidados Intensivos, todos  están con él.
Aunque algunos  de sus colegas poetas, novelistas y escritores, que se deleitaron con el mondongo que hacía doña Julia,   hace mucho tiempo se ausentaron.  Así  es el mundo. 
Aquí sólo cabe dar gracias a la vida que nos ha dado un amigo, un ser tan sensitivo y genial como Chepito.

¡Lárguese doña Muerte! Que si usted significa el fin de todo, aquí no juega ningún papel. Aquí  nadie la ha invitado.  Usted en realidad es un mito. Entre usted, doña Vida, continuación y evolución infinita de nuestro querido Chepito y de todo cuanto existe.








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